viernes, 15 de junio de 2007

El Hombre De Enfrente

A veces me resulta estúpido mirarme al espejo, pero eso está muy lejos de significar que no me guste.

El hombre que tengo enfrente nunca siente miedo. Dentro de su marco de metal, siempre sabe lo que hay que hacer. Él no tiene que ponerse un traje, ni una corbata, ni peinarse correctamente. Él no hace lo que le dicen los demás. Él no necesita ser simpático.

Estoy cansado de buscar. Estoy cansado de buscar alguien como yo. Estoy cansado de buscar mi sitio. Estoy cansado de buscar una mano que me acaricie. Estoy cansado de buscar siempre.

La vida es puñetera. ¿Por qué soy yo el que esta aquí fuera? Sólo quiero cambiarme por él. Ser como quiero ser, refugiarme en un cuadro metálico; y que a nadie le importe.

El hombre del espejo se pone un sombrero de colores porque a él le gusta, su camisa es demasiado grande porque le da la gana; coge una pistola y, ya no necesita llevar pantalones.

Cuando tienes un revolver en la boca, nadie puede pedirte que pienses. Cuando el cañón de acero pasea por tu lengua todos comprenden que es muy difícil articular palabras geniales.

Ahora puedo llegar a la luna, a la que cuelga frente a mí en la pared, a la luna rodeada de metal. Ahora puedo ser el otro. El hombre que siempre me mira, el que siempre me espera; el que nunca hace lo que no quiere hacer.

Cuando aprietas el gatillo, y sólo entonces; te das cuenta de que el hombre del espejo, es tan vulnerable como tú.

1 comentario:

Er Canijo Resusitao dijo...

Si señor! Un pedazo de relato! Me quedo helado cuando pienso en las imagenes que me produce leer este relato. Muy bien!